El metabolismo es un conjunto de reacciones químicas que se dan dentro de las células del cuerpo.
Estas reacciones son las que transforman los nutrientes que ingerimos en la energía necesaria para llevar adelante todas las funciones vitales.
¿Cuáles son los síntomas?
-Tendencia al aumento de peso. Cuando el metabolismo es lento, es muy fácil ganar peso, aunque se coma poco.
-Cansancio y fatiga. Aquellos que sufren de metabolismo lento a menudo pueden sentirse cansados, fatigados, casi viviendo en un estado de constante agotamiento. Esto se debe a que el proceso que lleva a nuestro cuerpo a quemar calorías y, por lo tanto, a suministrar energía, es particularmente lento.
-Sensación de flojedad. Otra consecuencia del metabolismo lento, que se acompaña de una sensación de agotamiento, es la baja presión.
-Digestiones lentas o pesadas. El metabolismo lento también conduce a un mal funcionamiento de los órganos digestivos, en particular del intestino, lo que, de hecho, “disminuye la velocidad del paso de la comida por el cuerpo”, causando a su vez una larga serie de trastornos como la hinchazón y el dolor abdominal y pélvico.
-Tendencia al estreñimiento. Debe tratarse para evitar que dificulte el desarrollo de nuestra vida normal y, además, para que no se convierta en un problema mayor.
“Engordo del aire”
Es muy frecuente escuchar frases como “tomo agua y engordo” o “no como nada y no adelgazo”. En general hay un desequilibrio orgánico, hormonal o metabólico que está silenciosamente saboteando los esfuerzos, o hay falsos preconceptos que nos llevan al manejo errado de la situación y nos juegan en contra.
Para cualquier caso es fundamental descartar cualquier trastorno metabólico con un especialista y no nadar innecesariamente contra la corriente.
El metabolismo se enlentece después de los treinta años y se agudiza cada vez más. Especialmente en las mujeres adultas que les cuesta mucho más que en la juventud mover las reservas de grasa y más si son localizadas, lo que suele ocurrir con cada cambio hormonal que viven. La maternidad, el trabajo, la falta de tiempo, les hace comer más y moverse menos. Llegar a la menopausia con un peso adecuado es muy recomendable en todos los casos.
Si el exceso de peso se localiza en el abdomen, cadera y nalgas entonces se trata de grasa y no de agua. La retención de líquidos ocurre generalmente en las piernas y afecta el número final de la balanza.
La grasa que se localiza a nivel cintura es un indicador de riesgo de padecer enfermedades asociadas a la obesidad.
¿Cómo acelerar el metabolismo de manera saludable?
Lo más importante es animar al organismo a aprovechar al máximo la energía que le damos a través de los alimentos. Para acelerarlo es necesario:
–Fraccionar muy bien los alimentos que vamos a ingerir a lo largo del día. En vez de comidas abundantes y espaciadas, ingerir comidas pequeñas varias veces al día.
–Beber más agua. El cuerpo necesita agua para quemar calorías. Si se está deshidratado, el metabolismo se hace más lento.
–Comer alimentos ricos en proteínas (pollo, pescado, carne de res magra, huevos, lácteos descremados, leguminosas). El cuerpo quema más calorías cuando hace la digestión de proteínas que cuando digiere grasas o carbohidratos.
–Consumir café verde. Los principales beneficios que se asocian al café verde se deben sobre todo a la presencia de ácido clorogénico, el cual tiene un alto poder antioxidante y también afecta positivamente a la pérdida de peso: acelera el metabolismo, regula la glucosa en sangre y reduce la cantidad de grasas presentes en nuestro cuerpo.
–Consumir alimentos ricos en vitaminas del complejo B, para un metabolismo completamente funcional. La función principal de las vitaminas B es ayudar al cuerpo a metabolizar los carbohidratos, proteínas y grasas, y utilizar la energía almacenada en los alimentos. Podemos encontrar vitaminas del complejo B en una gran variedad de alimentos. Buenas fuentes incluyen: cereales integrales, porotos, lentejas, leche, huevos, carne magra, granos enteros, papas, bananas, entre otros.
–Moverse también ayuda a activar el metabolismo. La actividad física no debe faltar: el ejercicio hace maravillas para reactivar el metabolismo. Correr, caminar a paso ligero, andar en bicicleta, levantar pesas, cualquier cosa es buena, especialmente si se hace temprano en la mañana, para que el movimiento active el cuerpo.
–Evitar las dietas drásticas (menos de 1.200 kcal) aunque nos aseguren perder kilos de forma rápida, no son una buena opción, generalmente hay pérdida de masa muscular. Y es importante saber que mientras menor sea la masa muscular, más lento será el metabolismo. Es cierto que en determinados casos funcionan a corto plazo, pero es importante saber que son estrategias y no formas de comer y mucho menos formas de vida, además de las limitaciones de cada uno (riesgos físicos y afectivos que conllevan) no deberían aplicarse por tiempo prolongado.
–Cumplir con las horas de sueño y controlar el estrés. Dormir poco altera el sistema hormonal que controla el apetito, y una situación agobiante continuada dispara los niveles de cortisol, una hormona que favorece la acumulación de adiposidades.
En resumen…
Aunque es cierto que hay factores como la genética, el sexo y la edad, que no los podemos cambiar, y tienen gran importancia en la tasa metabólica, pero sí podemos influir en ella poniendo en práctica los consejos anteriores. Para bajar de peso o mantener un cuerpo saludable lo más recomendable es aprender a comer, haciendo los cambios de hábitos que sean necesarios para lograrlo y luego mantenerlos. Para ello, es necesaria la orientación profesional que permita descubrir las limitantes y características individuales y así invertir bien los recursos (energía, motivación, dinero). De este modo se obtendrán los resultados deseados en lugar de obsesionarse con las “dieta de moda” lo cual puede ser peligrosamente desgastante e ineficiente.
Muchas son las dietas que permiten bajar de peso, pero si no se modifica la conducta, a largo plazo los resultados no se sostienen.